sábado, 20 de septiembre de 2008

SICKO

ENSAYO SOBRE LA CEGUERA

Una vez le insistieron a Saramago en que la mayoría de la gente opinaba que la democracia parlamentaria era el menos malo de los sistemas conocidos. Y el diablo, que sabe más por viejo que por diablo respondió que sí, pero que “ésa era una manera muy hábil de impedir que se busque algo mejor.”

Bienvenidos a la puerta trasera más sucia y oscura del Capitalismo. Sicko, el esperado documental de Michael Moore es terrible, siendo ese horror - gritado como nadie por el Kurtz de Marlon Brando[1] - aquí pura virtud.

Moore, que es dado a los malabares soberbios – tanto por lo magníficos como por lo altaneros – y que golpea como Tyson, duro hasta noquearte y si sigues en pie te muerde una oreja, ataca el sistema de salud norteamericano (en manos privadas) y no deja títere con cabeza.

La maestría de la propuesta sorprende en su juego de contrarios, su imparcialidad honesta (esos enfermos que conocemos para luego contarnos su muerte), su enmarañada sencillez (la excursión a Cuba para curar todos los males) y su artificio sincero (pacientes desahuciados vagando en bata por impago por las calles de Nueva York)

Sicko retrata magistralmente la indiferencia que provoca el poder económico; y esa indiferencia es crueldad. Dice Saramago que “la crueldad es lo que realmente nos diferencia de los animales, la crueldad humana sobrepasa todos los límites”. Por eso el director, sin ser objetivo – no seamos necios, ¿quién puede serlo? - es honesto, sencillo y sincero; y también actual. Acusar a Moore de partidista es tan estúpido como decir que los escapes del Prestige fueron hilillos.

Irónicamente Moore, tantas veces tachado de antiamericano, hace caso a la arenga del presidente Kennedy: “Entonces, americanos, no se pregunten lo que su país puede hacer por ustedes. Pregúntense que pueden hacer ustedes por su país.” Moore por su país, hace documentales sacando a la luz los trapos sucios… Moore es un patriota.

El clímax del documental en Cuba es prodigioso. La sencillez de la propuesta desnuda al “establishment” y lo deja en bragas y a nosotros rabiosos como antes hicieron Bowling for Columbine y Fahrenheit 9/11 del propio Moore, o Una verdad incómoda, El mundo según Bush o Spellbound (ese documental sobre niños enfermos de Capitalismo)
Pero Moore no se detiene ahí, Bush es sólo la punta idiota del iceberg, Sicko llega más lejos y de refilón toca el alma - como El desencanto y El cielo gira – susurrándole una lección vital de humanidad: ya no hay rabia contenida sólo el sabor amargo a derrota, la del hombre.

Hobbes tenía razón.
[1] En Apocalypse now.

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